I. UN MUNDO HAMBRIENTO



Tierra infértil



Arte y Hambre en la era “globalizada
Las barreras del hombre y las cadenas del hambre

“Es habitual que cuando se habla del hambre se tienda a ver como una especie de desgracia, como un desastre colosal, una fatalidad terrible del destino. Quizá sea lo normal cuando está alcanzando una magnitud tan colosal en nuestros días: ¿quién puede atreverse a pensar que detrás de la muerte diaria de 30.000 personas puede haber algo más que eso, cómo creer que alguien puede estar causando semejante atrocidad?”
                                                 Claudio Casco[1]
      

Resulta inaudito e, incluso indígnante, que en el siglo XXI, mueran cada día, según la FAO, semejante número de personas: 30000. Ante estos datos, en la llamada Era de la Globalización,  principalmente, nos alberga la indignación, pero no es el único sentimiento con el que afrontamos esta realidad social; también con angustia, con frustración, con pasividad y, cada vez, con menos asombro, esto es, si cabe, lo más preocupante.

La exposición El Arte como instrumento de denuncia… ha supuesto para un grupo de artistas una ocasión especial para levantar la voz contra determinadas realidades que nos preocupan. En mi caso, las muertes que el hambre se lleva cada día en todo el mundo: una cruda realidad, endurecida y agravada por circunstancias que desembocan en momentos críticos, como los que atraviesa, en este momento, el cuerno de África.

Hemos crecido con un imaginario cargado de niños barrigones, que morían de desnutrición, conociendo la pasividad de las instituciones y de la mayoría, siendo nosotros mismos parte de esa mayoría. Y con el paso de los años no hemos conseguido escapar de esta realidad que nos sumerge, puesto que nuestra propia idiosincrasia nos hace inescrutables, por desgracia en más ocasiones de las debidas, ante el dolor impropio.

 En este contexto, las grandes multinacionales han dominado imperios, las nuevas tecnologías han avanzado y avanzan en una espiral de progreso que parece no tener fin. Han inundado nuestra realidad más próxima e inmediata, tanto en lo personal y doméstico como en lo profesional. Sin embargo, en medio de tanto progreso, pareciera que realmente no existen fórmulas para evitar la muerte por inanición, hoy, en esa era de la globalización; y si esto sucede, no será por falta de de información, no será por falta de recursos… ¿no será acaso, por falta de conciencia?

Mi obra es una metáfora del hambre, de las diferencias sociales, de la miseria, de la inconciencia en la que nos vemos inmersos, de la falta de aplicación de los artículos proclamados en la Carta de Derechos Humanos, de lo básico, de lo vital.

Por otra parte, la obra que presento Las barreras del hombre y las cadenas del hambre no es una obra exenta de melancolía, de juego de armonías. Dibuja una realidad interpretada y distorsionada por cierta “poesía visual”.

Las alambradas que impiden el acercamiento de las diferentes realidades, de los diferentes mundos están presentes en forma de espirales que ocupan el lugar de los elementos de juego en la infancia o, incluso, ocupan los espacios vacíos de los propios estómagos. No lo hacen de forma cruel, agresiva o irritante, lo hacen sinuosamente de la mano del color, de la simplicidad, del silencio.
  
               Carmen Montoro Cabrera
  Artista plástica


Al-hambre de espinos