Correspondiere
María Isabel Moreno Montoro
Universidad de Jaén
Las relaciones de reciprocidad de las personas entre sí y de las personas con su contexto y las cosas de su contexto frente, sobre y por encima de las relaciones mercantilistas son algo difícil de conseguir.
Todo intercambio tiene algún interés para las personas que lo efectúan. Ciertamente, al dar, siempre hay algo que se espera conseguir, aunque solo sea la satisfacción de hacerlo. Pero desde ahí hasta la decisión de moverse solo por un precio mínimo hay todo un abismo.
Lo cierto es que el Sistema, el Sistema de sistemas, se ha convertido en un aparato de supervisión de la eficacia y el rendimiento. Todo aquello que directamente no sirva para el desarrollo económico inmediato no interesa y es automáticamente borrado del panorama.
La contemplación y el ocio solo interesan si arrojan beneficios. La cultura y el turismo se han convertido en otro producto más; realmente, en uno de los que más. El sistema educativo, además de adoctrinar, persigue la generación de población útil económicamente. Es decir, productiva, obediente y poco problemática. Cualquier cosa podría servir de ejemplo para ilustrar la vida de hormiguero en la que toda persona está capturada.
Correspondiere expresa un deseo. Es, a la vez, primera y tercera persona singular del futuro subjuntivo de corresponder. Este verbo en español tiene un abanico de posibilidades en su significado desde el “pagar” hasta el “amar”, pasando por el “comunicar”, entre otros; el más interesante desde el tema que nos ocupa es el de “intercambiar”. Correspondiere expresa deseo porque todavía no ha pasado, porque es futuro y porque no sitúa en un acontecimiento tangible sino en lo subjetivo del que interpreta y expresa. Correspondiere porque no sabemos si lo que queremos será. Y a la vez, remite a una declaración de intención llena de incertidumbre. No sabemos si lo que queremos será, pero tampoco comprometemos una acción concreta que al nombrarla ya la estamos provocando. Que corresponda es dejar la puerta abierta a que todos los demonios puedan salir. Que corresponda nos obliga a vigilar para que quien tenga que responder no solo mire en primera persona sino también en tercera.
Este proyecto amplio que es Correspondiere trata la reciprocidad, se compone de tres partes: ¿Me dice qué le debo? es la primera y en la que estamos ahora, Por caridad y No vuelva usted mañana son la segunda y tercera parte que respectivamente hablan sobre la deshumanización y la burocratización. Estas dos partes hacen alusión al Desastre 27 de la serie de Goya, “Caridad”, y al artículo de Larra “Vuelva usted mañana”, de los que nos interesa destacar cómo se manifiestan las inercias que conducen a la gente a convertirse en moneda de cambio o en despojos con toda pérdida de dignidad.
¿Me dice qué le debo? que es la parte que más nos interesa ahora por ser a la que pertenecen las obras que se presentan, es la que inicia el ciclo y se compone de tres obras que a su vez son tríptico. Hace oposición y pretende alentar a rebelarse contra la oscura situación en la que se mantienen estereotipos y principios sociales que continúan obligando a mujeres y hombres a sentir el imperativo de mantener ciertos comportamientos.
Al igual que en las otras dos partes de Correspondiere, en ¿Me dice qué le debo? se hace referencia a la lucha por mantener la dignidad o a su pérdida en las transacciones humanas. He escogido los ejemplos de las mujeres, de las comunidades étnicas y de las comunidades urbanas para cada una de las tres partes porque son, o somos, grupos de personas que incluso en el uso de mercancía que se nos ha hecho se ha buscado negocio. Es decir, el propio hecho de ser grupos avasallados ha sido utilizado por el poder como discurso de exculpación para incrementar su propio beneficio.
Es este punto sobre el que quiero llamar la atención en cada una de las partes. Al preguntarle a la señora por el precio de sus servicios (¿Me dice qué le debo?) ella no dará una tarifa con la que valora su trabajo sino que, valga la redundancia, responderá lo que Correspondiere. Y quién sabe cuál será la cantidad, y quién pondrá el precio, y en base a qué se pondrá si es que hay precio y hay algo que pagar.
En este ciclón de intereses se encuentra enredada la trasegada historia de las mujeres. Una historia de anonimato, de trabajo sin horas. De bisagra que permite la existencia de un sistema por el trabajo de ellas en la estructura de fondo. Ese papel que durante siglos se ha desarrollado y que ahora entra en conflicto ante las nuevas necesidades del sistema.
La condición femenina como baluarte de generosidad y desprendimiento. El silencio y la abnegación, hasta el punto de soportar que una misma actividad, el sexo, sea obligación o delito según decidan otros. Lo más triste de todo es que los cambios operados en la mentalidad de la sociedad vienen dirigidos por el poder que a su vez promueve el cambio para obtener más beneficios.
En verdad no le importa a nadie que las mujeres o los hombres se liberen, sino que si se desprenden de determinadas tareas puedan trabajar más para ganar más, para gastar más, para que el poder gane más y se haga más poderoso.
El pecho y la Madonna
Es por esto que aparece también la expresión Madonna como término generalizado de la imagen religiosa de la Virgen María que muestra a las mujeres cual es su sitio y lo que tienen que hacer. Por esto en esta obra se utiliza el símbolo femenino del pecho para exorcizar la veneración con la que se han camuflado la vergüenza y los convencionalismos que el poder y la religión han inculcado a lo largo de siglos. Son pseudoprincipios que han calado tan hondamente que determinadas prácticas se mantienen alimentando una sociedad injusta y cruel.
Se pretende una reflexión sobre la generosidad y la avaricia. Sobre cómo nos esclavizamos y avasallamos. Sobre cómo queriendo o sin querer nos convertimos en ese, oscuro o claro, objeto de deseo. Deseo sexual, deseo comestible; o deseo de deseo y nada más. Las mujeres en general no eran dueñas de nada a excepción de su cuerpo. Por otra parte, el cuerpo era el compendio de las vergüenzas. De modo que el intercambio femenino se ha practicado con el cuerpo durante siglos. La mujer no podía ser generosa más que con su corporeidad, trabajando o poniéndola a libre disposición de los suyos; o de los ajenos, vendiendo el sexo o el pecho en una transacción económica.
El sexo y la lactancia han sido dos actividades arquetípicas de las que el pecho ha sido su imagen. Estas dos actividades se han representado conjuntamente solapadamente en el Arte.
El pecho de la Virgen María era del Niño Jesús y de todos los espectadores, menos de ella. Ahora también es de los médicos, otro instrumento más del sistema al igual que los maestros y profesores, para adiestrar “correctamente” a la población, que deciden cuánto, cuándo y cómo hay que darle de comer a las criaturas.
Una evidencia más de que cualquier reducto de autonomía es aniquilado por el sistema, que tiende a que todos seamos dependientes y no tengamos capacidad de trueque más que por la vía controlada.
No nos hemos enseñado a ser dueñas de las decisiones sino a evitar comportamientos aparentemente opresores, cuando la opresión es seguir las pautas del sistema. En mi propio ámbito laboral he tenido que escuchar a otras mujeres compañeras que, defendiendo su libertad y sus derechos, reniegan y desprestigian a colegas porque mezclan el trabajo con la atención a sus hijos pequeños. En lugar de reivindicar la costumbre como el comportamiento natural y esperado.
Henos aquí, que la condición femenina de solidaridad va abandonando a algunas que han entendido mal el abordaje de la independencia. Se someten a las prácticas que tradicionalmente eran masculinas de desentenderse de…, y entienden la liberación en asimilarse a la deshumanización.
Madonna. Exorcizando el mito; es una invitación a atentar contra los estereotipos para reconstruirlos cada uno desde nuestra propia experiencia. Ofrece un pecho a modo de diana a la que todos podemos disparar.
¿Me dice qué le debo, Madonna? se presenta como ese recipiente en el que podemos meter y sacar de todo, en todos los sentidos; del que nos hemos encargado de fabricar una apariencia sin que la mayoría se interese, no por lo que hay dentro (de ahí que esté vacío) sino por cómo es por dentro (de ahí que tenga una imagen interior). Es la pregunta a la mujer en su historia sobre el precio de su trabajo.
Voluntad es una invitación al intercambio. El objeto artístico que es el archivador que contiene recortes a disposición de la discreción del público y al mismo tiempo está abierto a la recepción de aportaciones. Es decir, propone el trueque de ideas y objetos artísticos. Una cuestión de reciprocidad en una sociedad en la que todo se vende y por todo se paga, incluso por escuchar la radio en la peluquería mientras te cortan el pelo. También está lleno de facturas de obras de arte y otras actividades y de documentos de donación. Puedes dejar una obra y llevarte otra o solo hacer una de las dos cosas. Y puedes pagar con dinero a voluntad si te llevas algo.
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